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miércoles, 27 de marzo de 2024

Los indios realistas en Antioquia, parte 3 (última)

Los indios, las armas y el reclutamiento militar (forzado y voluntario) en Antioquia

Para la creación de un ejército capaz de defender la nueva Constitución, el Estado Soberano de Antioquia, a través del Reglamento de Milicias de 1812, normativizó el servicio militar para todos los indios que fueran tributarios y solteros: diez años en tiempos de paz o seis en caso de guerra. En 1813, valiéndose de este mecanismo, el presidente-dictador Juan del Corral, enroló a centenares de indios y pardos de la provincia para formar la 2ª y 3ª compañía de milicias[1] . Por si fuera poco, ordenó a los aborigenes de Sabanalarga la defensa de la frontera chocoana, que estaba bajo la amenaza realista y formó con los de Cañasgordas la Compañía Sagitarios del Estado, comandada por su gobernador, a quien se le asignó un sueldo y jerarquía militar.

Aunque la medida era nueva e injusta, los nativos aceptaron el llamado a las filas para no ser tratados como enemigos de la República, apátridas o renegados. Por ello, el cabildo de El Peñol manifestó: “en lo sucesivo cumpliremos con nuestro estado antiguo, como leales vasallos de nuestro soberano rindiendo en su defensa si necesario fuere nuestra vida bajo de disciplina militar”, no obstante, nadie lo expresó mejor que los indios de Buriticá, al decir:

…ofrecemos ejercer todas las funciones de ciudadanos y Patriotas, no rehusando ninguna expedición que se proyecte, pues para ser útiles en este caso nos prestamos voluntariamente a sufrir la disciplina militar, pues para su instrucción pedimos a cabo, que nos enseñe el manejo de armas[2] .

Además de la obligación militar, se dictaminó el servicio civil indígena para la construcción de vías y fortificación de puntos estratégicos. Ambas cosas ocasionaron la disminución de la población joven en los pueblos de indios y por ello fueron frecuentes las quejas al considerar que las medidas iban en perjuicio de su comunidad. Por ejemplo, en julio de 1816, durante el gobierno restaurador encabezado por el coronel Francisco Warleta, los resguardos de Sabaletas, Buriticá, La Estrella y Santa Bárbara solicitaron la exención del deber de trabajar en la construcción de los caminos de la provincia[3] .

A su vez, pidieron la restitución del sistema antiguo, lo que indubitablemente ocasionó que muchos pueblos aborigenes abrazaran nuevamente la monarquía tal como se observa en las contribuciones que hicieron a la Corona en hombres, alimentos, ropa y alojamiento a las tropas que ocasionalmente ocuparon su territorio[4] . Sobre esto, se ha señalado el temor del régimen republicano a que comunidades como las de Buriticá y El Peñol se enrolaran voluntariamente en la milicia real a causa de lo impopular que había resultado la aplicación de medidas como la abolición del tributo y los cabildos[5] .

Quizás ello llevó a muchos indígenas a tomar las armas y apoyar las operaciones contrainsurgentes adelantadas en Antioquia. En abril de 1816 el coronel Warleta informó desde su cuartel en Rionegro sobre la inclinación por el Rey que tenían los habitantes del Nare por participar contra “las fuerzas rebeldes, que se hallaban en dicho punto y estrechura de Carare”[6] . A su vez, el 25 de agosto de 1819, el coronel revolucionario José María Córdova en su arribo al Nare encontró y capturó una guarnición realista (76 prisioneros) formada por individuos de todos los colores: indios, mestizos, negros y blancos[7] .

Del mismo modo los indios del resguardo de Sabaletas, cuando llegó el gobierno restaurador de Warleta a la provincia de Antioquia, realizaron acciones antirevulucionarias y evitaron la fuga de los comprometidos con el gobierno insurgente. Bárbara Tanco, esposa del presidente Dionisio Sánchez de Tejada, quien también había huido, afirmó que alrededor de “30 granadinos no se había atrevido a pasar por el pueblo de Zabaletas, donde unos pocos indios incitados, según se dijo, por el cura Duque, se opusieron a su pasaje”[8] .

En el sur de la provincia, en los límites con el Cauca fue constante el enrolamiento voluntario y masivo de indígenas en los ejércitos del rey. Simón Muñoz, un guerrillero del Patía que llegó a detentar el cargo de teniente coronel, tomó la villa de Anserma con una partida de realistas, dentro de los que se enrolaron algunos indios. De esta forma, se unió el sur de Antioquia con las huestes del coronel Sebastián de la Calzada[9] . Éste último jefe realista tenía más de dos mil hombres bajo su mando, de los cuales, al menos la mitad, eran indios de los alrededores de Popayán y Pasto enviados por el obispo Salvador Jiménez de Enciso[10] .

Los hombres de Calzada realizaron varias operaciones militares en Antioquia, siguiendo la orden del virrey Sámano de ocupar la región y unirla con las provincias del Cauca y Cartagena. Por ejemplo, envió tropas sobre Zaragoza con el fin de apoyar las fuerzas de Warleta y las guerrillas que actuaban en el norte (las de Zuláibar, Larruz y Arias) en las que también había indígenas enrolados. Sin embargo, fueron enfrentados cerca del brazo de la Mojana, que comunica los ríos Cauca y San Jorge, acción en la que fueron capturados y pasados por las armas los oficiales del ejército real José Guerrero Cabero y Carlos Ferrer, además de 60 soldados pertenecientes a la tropa llana[11] .

Pese a este fracaso, Calzada llegó a reclutar un regimiento de 3.700 hombres, la mayoría indios y negros del Cauca, Popayán y Pasto. Estos fueron los encargados de mantener la hegemonía realista en el sur del virreinato. Incluso planearon la toma de Santa Fe de Bogotá, aprovechando que todos los rebeldes se encontraban en dirección a Cartagena.

En Riosucio, cuando los revolucionarios retomaron la provincia de Antioquia (finales de 1819), muchos realistas tuvieron que pasar a “Popayán por la Vega de Supía con el ánimo de hacer resistencia”. Allí se instalaron los españoles Hermenegildo y Miguel Mendiburt y formaron una guerrilla a la que se unieron milicianos procedentes del antiguo resguardo indígena de La Montaña[12] .

En caso contrario, en provincias como Chocó, Antioquia y Panamá algunos indios no incorporados apoyaron las huestes republicanas con hombres, víveres y vituallas. Es el caso de los kuna que hostigaron a los españoles y apoyaron a los revolucionarios para mantener su libre comercio, en particular con los ingleses[13] . Al punto que, por su asistencia y servicios prestados al capitán Juan María Gómez en la toma del Chocó, el coronel José María Córdova, en noviembre de 1819, les donó la bandera republicana y les dedicó un emotivo discurso:

…os ofrezco la bandera como una señal de unión y estrecha amistad que los granadinos y venezolanos libres contraen con los valerosos cunas. Esta unión debe ser eterna e inviolable. Vosotros habéis nacido en la América y nosotros también, de tal suerte que somos hermanos. Vosotros sois enemigos de los españoles, y del otro lado del mar vinieron a esclavizaros y a quitaros los frutos de vuestras sementeras y los productos de nuestra caza y nuestra pesca. …Así el exterminio de los españoles como enemigos implacables de los americanos es el interés de los parientes cunas y el nuestro. Hacedles cuanto mal podáis si invaden nuestro territorio o quisieren subir de nuevo al Atrato. Uníos con los republicanos que son vuestros hermanos y amigos, que siempre os protegerán y jamás pensarán como el español en hacerlos esclavos. Si algunos de nuestros soldados o de nuestro partido llegan a vuestras habitaciones, socorredle, tratadle como amigo y dadle las noticias que necesitase. Nosotros ejecutaremos lo mismo y siempre seremos los más íntimos amigos de las cunas[14] .

A parte de lo anterior, se sabe que en enero de 1820, los indios del Citará apoyaron con pólvora, hombres y pertrechos la toma republicana del sitio de Murrí[15] . De esta forma, las selvas occidentales chocoanas, del Urabá y el Darién, y en particular la navegación del río Atrato, se convirtieron en sitios hostiles e infranqueables para los ejércitos fieles al rey español.

También, la República continuó con la campaña de levas (forzadas) indias, contando con la reprobación y resistencia de estas comunidades y familias. El 20 de agosto de 1820, Josefa y Nepomuceno Moreno, indios del pueblo de Sabanalarga, pidieron que su hermano José María fuera exento de la milicia, alegando la necesidad de brazos para su sustento económico[16] . Bajo la misma línea, la india Mercedes Vélez, pidió al protector de naturales eximir a uno de sus hijos del servicio dado que era viuda y anciana[17] .

Nuevamente en 1821 el corregidor de La Estrella, cercano a Medellín, solicitó la dispensa del servicio militar a todos los indios tributarios que habitaban en el antiguo resguardo. La razón que expuso fue que este pueblo se estaba quedando sin brazos para su sobrevivencia, alegando que recientemente habían reclutado 12 indios y tan solo quedaban 130 individuos hábiles en toda la comunidad[18] .

No cabe duda que el reclutamiento forzado, la abolición de los resguardos, la enajenación de las propiedades comunales y la crisis económica producto de la guerra produjeron un descenso demográfico en muchos de los pueblos de indios tributarios: en algunas comunidades la situación fue tan dramática que se vieron condenadas a su extinción, destierro y pérdida de su cultura ancestral.

En síntesis, mientras la lucha liberal y revolucionaria abogó por la abolición de los privilegios colectivos, la eliminación de los sectores tradicionalistas, la supresión de la superstición, la enajenación de sus tierras ancestrales y la extirpación de los arraigos y costumbres populares; el régimen de dominación española hizo lo posible por brindar defensa y bienestar a sus aliados y vasallos indios.

Lo anterior hizo que la mayoría de los indios tributarios tomaran partido y opinión en favor del rey español e hicieran generosos aportes en efectivo, especie, servicios y hombres (fuerza militar y laboral). Después de todo los indígenas de los resguardos eran conscientes y se anticiparon a prever que lo que estaba en juego era la defensa de su sistema de gobierno (tradicional, garantista y pactista), su propia superveniencia, además de su sustento material y espiritual.

Este apartado hace parte del libro ¡Hasta los gallinazos tienen rey! Resistencia contrarrevolucionaria en la provincia española de Antioquia (1813-1830).

En específico del capítulo llamado Desleales, contrabandistas y conspiradores. Estrategias de los antioqueños frente a las redes de centralización del poder (1819-1830).

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[1] Frankly SUÁREZ, Representación y defensa en la Primera República Antioqueña, 1808-1816, Academia Antioqueña de Historia, Medellín 2014, 65.

[2] AHA. Fondo Independencia, t. 822, f. 31r.

[3] AHA. Fondo Independencia, t. 836, ff. 1r - 20r.

[4] Según Salgado en el: “contexto de reconquista hispánica, sectores indígenas apelaron al antiguo régimen y a su estatus colonial para declararse contrarios a la legislación independentista, que les invalidaba sus privilegios como grupo social. Karina SALGADO, op. cit. 37.

[5] Al respecto, Salgado, citando a González en su monografía de historia llamada: “Indios y ciudadanos en Antioquia 1800-1850. Demografía y Sociedad”, indica lo siguiente: “La historiadora Lina González resaltó que esa inconformidad, tanto en El Peñol como en Buriticá, representaba un alto potencial para el posterior alistamiento en el ejército realista, lo que incidía en el temor de las autoridades independentistas”. Ibíd. 36.

[6] El Nare, el río más importante del Altiplano conocido como Valle de San Nicolás, pasó por jurisdicción del pueblo de Indios del Peñol, en un entramado de caminos prehispánicos, diseñados para el intercambio comercial y la trashumancia. El puerto que desemboca al Magdalena se pobló con indios, mestizos y libres que se asentaron en busca de oro. Archivo Histórico de la Nación. Historia t. 19, f. 532 r. y t. 1, f. 553 v.

[7] Orlando MONTOYA y Mauricio RESTREPO, Chorros Blancos y la Independencia de Colombia, Academia Antioqueña de Historia, Medellín, 2020, 308.

[8] José Manuel RESTREPO, Autobiografía…, op. cit. 17.

[9] Mariano TORRENTE. op. cit. 80.

[10] Gustavo GARCÍA, Un obispo de historia, el obispo de Popayán: Don Salvador Ximénez de Enciso, Caja de Ahorros Provincial de Málaga, Málaga, 1961, 218.

[11] Roberto CADAVID, Historia de Antioquia, Argos, Medellín, 1996, 200.

[12] Riosucio se creó a partir de la unión del resguardo indio de La Montaña y el Real de Minas de Quiebralomo. Álvaro GÄRTNER, Guerras civiles en el antiguo Cantón de Supía: relatos de episodios armados acaecidos entre el siglo XVI y el XIX: luchas por las tierras del oro. Editorial Universidad de Caldas, Caldas, 2006, 50.

[13] Heraclio BONILLA (Comp.). Documentos de la Reconquista de Colombia. Transcripciones del Fondo Documental “Pablo Morillo”. Centro Cultural y Educativo Español Los Reyes Católicos-Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2011, 128.

[14] Pilar MORENO DE ÁNGEL, Correspondencia y Documentos del General José María Córdova, Editorial Kelly, Bogotá, 1974, t. 1, 102 y ss.

[15] Ibídem.

[16] AHA. Fondo Independencia, t. 913, ff. 16r-29r.

[17] AHA. Fondo Independencia, t. 918, ff. 270r - 272r.

[18] Ibíd. t. 921, f. 92r.