Antioquia un lugar maravilloso

Antioquia, tierra mágica y generosa ubicada estratégicamente en la esquina nor-occidental suramericana, llena de historias asombrosas y gente admirable.

lunes, 10 de agosto de 2020

Antioquia de provincia española a república histórica y soberana

El 11 de agosto de 1813, en el palacio del Supremo Gobierno de Antioquia, un grupo de individuos representantes de la junta de gobierno de esta provincia histórica (con casi 300 años de fundación para la fecha), había declarado la Independencia absoluta de España.
En la rubrica aparecen los nombres del Dictador-presidente Juan del Corral, del Secretario de Guerra y Hacienda José María Hortiz y del Secretario de Gracia y Justicia José Manuel Restrepo. 
Entre sus líneas más importantes se pueden observar los principios, motivos y derechos que han tenido y presentado: 

…para proclamar su independencia absoluta aquellos pueblos hermanos que se han anticipado entre nosotros a sacudir gloriosamente el yugo de la Monarquía española que hasta allí habían sufrido. …Estando pues profundamente convencidos, los unos resueltos y ansiosos por llegar al culmen de su dignidad, y debiendo los otros abandonarse en tal caso a su propia ignominia y a las desgracias que les hayan de seguir, es llegado el día de satisfacer tan santos deseos ya que hasta aquí no han tenido tiempo de hacerlo el Soberano Congreso por todas las Provincias en general, y que esta medida entra oportuna y esencialmente en las críticas circunstancias que han puesto a la República en la necesidad de crearse un libertador a todo trance. Por tanto, el ciudadano Dictador de ella, revestido con ese carácter por la unánime voluntad de la Representación Nacional, en presencia del Soberano Autor de los derechos del hombre y de la justicia de su causa, declara: Que el Estado de Antioquia desconoce por su Rey a Fernando VII, y a toda otra autoridad que no emane inmediatamente del pueblo o sus representantes, rompiendo eternamente la unión política de dependencia con la Metrópoli, y quedando separado para siempre de la Corona y Gobierno de España. […] 

En estas lineas lo importante e interesante son dos cosas: el contexto bajo el cual se obliga a declarar la Independencia absoluta, dado el clima de inestabilidad política y social que se estaba viviendo en todo el mundo hispánico y el acto mismo de declaración de Independencia, como proceso derivado de una etapa constitucional, que inició desde 1811, y en la que esta provincia española se vio así misma como un territorio histórico y por tanto con derechos de constituirse. 
Ambas están relacionadas dado que el rey era el símbolo de la unidad del Imperio, y al caer este en manos de los franceses y abdicar su trono en un usurpador (José I Napoleón), todo el mundo hispánico entró en una profunda crisis de ingobernabilidad. La soberanía que se encontraba expedita se diseminó sobre los pueblos, siguiendo las leyes y tradición hispánica, formando una eclosión de soberanías, tantas como pueblos formaban las Españas de ambos hemisferios. 
Es así como una de las primeras acciones fue la creación de juntas de gobierno, en principio para preservar lo que quedaba del Imperio español y para proteger los derechos a gobernar de Fernando VII, legítimo soberano. Pero en especial, en rechazo al intervencionismo francés y ante una eventual acción de las potencias coloniales, marítimas y mercantiles europeas que tenían intereses territoriales en el hemisferio: la misma Francia, Gran Bretaña, Holanda, Portugal, y otros territorios antagónicos presentes en América como las trece colonias que formaron Estados Unidos y se interesaron en extenderse más allá del Mississippi y el Brasil, haciendo lo propio por fuera de las fronteras limitadas en el Tratado de Tordesillas. 
Vale la pena mencionar que este espíritu juntista fue liderado en otros territorios paralelos como Venezuela y Río de la Plata por sus cabezas de gobierno, es decir, actuaron en representación del resto de las provincias Caracas, como capital de la Capitanía, y Buenos Aires, como capital del virreinato más austral de Suramérica. Entre tanto, en el Virreinato de Nueva Granada, que al igual que el del Río de la Plata había sido de reciente creación, estos procesos se presentaron primero en las provincias más periféricas que en la capital Santa Fe de Bogotá. 
Parafraseando a Clement Thibaud, encontramos que la pérdida de soberanía y descomposición de las autoridades virreinales en Nueva Granada, significaron respuestas locales, disimiles y cambiantes. Esto sucedió a pesar de que la junta de Santa Fe de Bogotá se auto-proclamó superior al resto de sus pares, por haber sido capital política y administrativa, por algunas décadas, durante el régimen colonial, intentando establecer un gobierno de carácter unitario que preveía la representación de las demás provincias. Esto según Anthony McFarlane creó la impresión de que un nuevo gobierno central remplazaría a las autoridades virreinales, sin embargo, la unidad política se vio disminuida por un cumulo de gobiernos que, a partir de allí, decidieron constituirse: Honda, Neiva, Pamplona, Tunja, Santa Marta, Popayán, Cartagena, Socorro, Quibdó, Pore (Casanare), Antioquia y Nóvita, entre otros. 
Cuando estas juntas se radicalizaron, o visto de otro modo, quisieron absorber la soberanía, todas siguiendo el ejemplo de Caracas, que a mediados de 1811 declaró la Independencia absoluta, comenzaron a constituirse en estados soberanos que decidieron cortar los vínculos con la metrópoli española y toda autoridad que emane de esta. Incluso respecto a las mismas cabezas de gobierno que creían tener el derecho de constitución y aspiraban a recuperar su centralidad política, los casos de Mompós, Girón, San Gil, Sogamoso, Vélez y Ambalema. Estos pequeños estados fueron llamados por José Manuel Restrepo las repúblicas "miserables", en el sentido despectivo de "insignificantes". 
Esta lógica de centralizar el poder político y la soberanía del neonata entidad virreinal entró en conflicto con las aspiraciones autonomistas de provincias como Cartagena, Antioquia, Pamplona, Tunja y Neiva, inclinadas más hacia una eventual unión basada en los principios de la pluralidad y federación entre gobiernos libres e iguales, después de todo, este ensayo de modernidad política ya había sido realizado con éxito en el norte del hemisferio por los Estados Unidos. 
Hasta este momento los investigadores han expuesto las diferencias y dificultad de implantar un estado-nación en el territorio neogranadino, llamando despectivamente a este proceso “patria boba”, sin embargo, este fue un periodo de gran lucidez y madurez política, especialmente si somos consecuentes con la naturaleza misma con la que se había configurado el espacio americano. 
Al respecto, Francisco Javier Guerra afirmó que entre las posesiones territoriales que poseía la monarquía hispánica, los americanos eran un caso particular. Esto porque según este autor los reinos peninsulares eran comunidades históricas “indubitables” e “indivisibles”, mientras que en América los reinos eran entidades “inciertas” y aún “fluctuantes”, como es posible advertir con la creación de nuevos virreinatos a partir del único de Perú –Nueva Granada en 1739 y Río de la Plata en 1776–. Por ello, es la ciudad cabeza de provincia y sus adscripciones territoriales donde debemos hallar la comunidad histórica, con lazos socio-culturales propios, con formas particulares de organización, gobierno y legislación, y además, con adscripciones territoriales de considerable extensión que abarcaban ciudades, villas, pueblos, sitios y parajes. 
Estas entidades además habían recibido una serie de privilegios y concesiones otorgadas desde sus inicios por el soberano, ya que, continuando con Guerra, estas eran unidades políticas y jurídicamente reconocidas, que habían recibido una jerarquía de dignidad y de poderes. De manera que lo natural fue que gobierno se estructurara alrededor de las gobernaciones y aún de los ayuntamientos y sus adscripciones territoriales (sus territorios y pueblos dependientes). 
Esto explica mejor la base del denominado localismo o regionalismo americano y el fenómeno de eclosión de soberanías que se presentó en la época de la Independencia. Lo mismo que da razón de los motivos por los que cada territorio y ciudad principal, aún ciudades menores, asumieron su propia soberanía y la de sus distritos, por considerarse entidades autónomas con fundamento histórico. 
De manera que cada ciudad-provincia reaccionó ante la vacante de la soberanía monárquica desde distintas posiciones: declarándose leales al Consejo de Regencia y por tanto al rey español o afirmándose como entes autónomos, libres e independientes. 
En el caso particular de Antioquia, provincia que el 11 de agosto de 1813 se convirtió en un Estado libre y autónomo, al promulgar su Independencia absoluta de la metrópoli española, encontramos que este acto surge como expresión concreta de un proceso histórico, social y cultural: fue un medio, el que tuvieron a su alcance, para organizar la comunidad política, estableciendo los deberes y derechos de los hombres libres a conformar nuevos pactos y un nuevo Estado.
 

Elaborado a partir de: John Alejandro Ricaurte, “Hasta los gallinazos tienen rey”. Guerrillas armadas y otras formas de resistencia contrarrevolucionaria en la provincia Antioquia (1813-1830), IDEA, Medellín, 2018.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Conferencia: Los indios realistas en la provincia española de Antioquia.

lunes, 20 de julio de 2020

20 de julio “el grito de la interdependencia”

Las historias patrias son fábricas donde se incuban y expanden doctrinas e ideas (mejor ideologías), que actúan como legitimadoras y propaganda de las empresas generadas por uno de los bandos en conflicto, en este caso el de los vencedores. Como toda visión parcial, además de sacrificar una parte de la verdad (la del bando contrario), sólo es sostenible, en sus primeros años por, además de una brutal represión (la eliminación física o expulsión del contrario), una pedagogía estatal, neonata y artificial que se convierte en el discurso hegemónico, y que requiere de un acto fundacional la “constitución”, unos mitos “superar un pasado de aflicción, decadencia y opresión, y alcanzar la libertad, paz y prosperidad” y una simbología nacional: banderas, iconos, himnos y culto a los héroes.

Así que no está mal aflorar los sentimientos vivos, febriles y perpetuos hacia la patria, después de todo, estos sentires y pasiones son inseparables de la condición humana, pese a que hoy nos llegan de manera deformada, pues tomando el concepto desde sus orígenes más puros, elevados y nobles, encontramos que “patria” proviene de pater familias, que es quien, entre otras cosas, ejerce la patria potestas, y de donde se derivan otros términos como los de patriarca, patrón, patrocinio o patriota.

También es un desacierto valerse de estos sentimientos inalienables, elevados y nobles, naturales a todos los hijos agradecidos del lar paterno y terruño: la “patria chica”, para, de manera artificiosa, vender un relato parcial y contrapuesto a la realidad.

De manera que, ante el sacrificio la de la verdad, es también obligación prevenir y desmitificar esas mentiras colectivas, llamadas “historias patrias”, construidas para justificar el accionar de un grupo que se abrogó el derecho a poseer la verdad. Me fuerzan a ello, las opiniones contradictorias que cada 20 de julio se producen sobre un “grito de Independencia” que nunca existió, al menos en esta fecha, y que los investigadores poco han hecho por esclarecerlo.

La Independencia, tal como la conocemos hoy, se fragua en ciudades de otras latitudes, entre las que podemos mencionar: Londres, Jamaica, Ámsterdam, París, Bruselas, Hannover, Nueva Orleans y Baltimore. Con estos centros de poder los criollos generaron una relación de interdependencia, mediada por intereses como el comercio y la explotación de recursos a gran escala. Esta relación, es por la que precisamente no se les puede considerar, a estos criollos, prohombres o patriotas, pues actuaron de forma contraria y dejaron expuesto el lar paterno a los intereses del invasor extranjero.

Desde los mencionados centros de poder se aprovechó el proceso de deterioro de la soberanía de la monarquía Borbón en Suramérica, que se produjo en 1808 cuando los franceses, que habían invadido la Península, obligaron a abdicar a esta casa dinástica en el usurpador y extranjero José Bonaparte.

Se crearon entonces en la Península órganos de gobierno "juntas autonómicas" con el objetivo de resistir el embate de los invasores franceses, expulsarlos, mantener y posteriormente restaurar los poderes y soberanía de la corona. Algunas de ellas, como la Junta Central Superior, establecida primero en Aranjuez y después en Sevilla, se abrogaron el derecho a ser cabezas del gobierno expedito.

Cuando estas noticias llegan a América, las provincias reaccionan de la misma forma, formando Juntas autonómicas, representantes de los derechos a gobernar de la casa Borbón, y se llamaban así porque reasumían los poderes del gobierno, no por perseguir una atomización de autonomías. De manera que en Santa Fe y en el resto de las provincias suramericanas reaccionaron de la misma manera que las españolas frente a la ocupación francesa: en defensa de sus intereses, contra las potencias extranjeras y como garantistas de la soberanía de Fernando VII. No fue, de ninguna manera, un grito de Independencia, ni menos una sublevación contra la monarquía.

Tomando un fragmento del libro Ricaurte, J. (2019). “Hasta los gallinazos tienen rey". Guerrillas armadas y otras formas de resistencia contrarevolucionaria en la provincia de Antioquia (1813-1830). Medellín, Colombia: IDEA. encontramos lo siguiente en referencia a la forma en que fue tomada en las provincias americanas la invasión de Napoleón a España.

“La llegada de estas noticias al continente americano causó más desconcierto, confirmó la convicción de que la “patria estaba perdida” , y provocó el segundo movimiento juntero, ante una nueva situación de deslegitimidad de las autoridades nombradas o confirmadas por la Central y la necesidad de asegurar la independencia y supervivencia del territorio ante eventuales amenazas exteriores. Sin embargo, a partir de aquí –primavera – verano de 1810 – la situación política evolucionó de manera diferente según los territorios. Mientras en la ciudad de México y en Lima, al amparo de su situación menos vulnerable a un posible ataque exterior y con un predominio claro de los peninsulares entre sus élites, el poder virreinal se mantuvo intacto, en el resto de los territorios se produjo una fuerte división. En las capitales principales, las élites criollas, a partir de la doctrina de la reversión de la soberanía a los pueblos –propia de la tradición histórico-jurídica hispánica– y mediante la convocatoria de cabildos abiertos, desplazaron a las autoridades españolas y constituyeron juntas autónomas de gobierno en nombre de Fernando VII que convocaron a las provincias a un congreso nacional, es decir, actuaron exactamente igual que la Junta de Regencia, a la que rechazaron por haberse establecido sin su consentimiento. Como afirma Guerra, las juntas no se constituyeron “por oposición al régimen monárquico sino, ante todo, en relación con el vacío de poder provocado por la desaparición del rey, y luego, de la Junta Central”. O, como lo afirma Clement Thibaud, “…estas primeras juntas dieron muestra de una lealtad monárquica ejemplar. En 1810, la cuestión no era la búsqueda de la independencia, sino la autonomía y el autogobierno, aspiraciones fuertes y violentas que por fin se alcanzaban”.

Entre las ciudades que proclamaron juntas autonómicas en América en 1810 están, según su orden cronológico: Caracas (19 de abril), Cartagena (22 de mayo) y Buenos Aires (25 de mayo); Santiago de Cali (3 de julio), Santafé de Bogotá (20 de julio) y Santiago de Chile (18 de septiembre). Pero algunas capitales provinciales –Coro y Maracaibo en Venezuela; Santa Marta y Popayán en Nueva Granada; Guayaquil, Concepción, Córdoba del Tucumán, Montevideo, etc. – no aceptaron la llamada de aquellas juntas y reconocieron a la Regencia. Esta, por su parte, declaró en rebeldía a las primeras y decidió apoyar militarmente a las que permanecieron fieles, un apoyo que en realidad se limitó al enviado desde el Caribe a la costa venezolana. A lo largo de 1810 y 1811, aquellas juntas autónomas, por el propio impulso de la decisión inicial, unido a la reacción de la Regencia y –como decía la junta de Caracas en abril de 1811–, ante la necesidad de asegurar su supervivencia y el control del territorio, declararon la separación de España y, por tanto, las primeras independencias, aunque algunas todavía reconociendo a Fernando VII “siempre que venga a reinar entre nosotros”, como decía la de Santa Fe de Bogotá”.

Después de estos sucesos el proceso de crisis política y social toma un giro inesperado, el más radical alimentado siempre por las potencias extranjeras que querían tener un mayor protagonismo sobre el territorio. Al final los americanos pasamos de ser unos territorios autónomos y con una economía cuyo epicentro internacional era nuestro Caribe español a unos territorios periféricos, sitios de extracción de recursos e interdependientes con el capital financiero internacional. Como se indica en el libro Ricaurte, J. (2019). La dimensión internacional en la Guerra de la Independencia de Colombia (1814-1824). Potencias, capitalistas y mercenarios trasatlánticos. Medellín: Fondo Editorial ITM. 

"Es bajo este marco que se presentan las primeras deudas internacionales contraídas por la unión colombiana con las casas comerciales, bancos y sociedades de negocios capaces de movilizar grandes capitales y recursos para la guerra, pero también se contrajeron obligaciones con algunos individuos entre inversores, comerciantes y negociante, quienes igualmente aportaron grandes caudales.

La incursión en la dinámica de endeudamiento, que tiene sus orígenes en la crisis fiscal que devino a raíz del desgaste económico que sufrieron las ex-provincias españolas a causa de las guerras de emancipación, fue la que supeditó a las nacientes naciones al capital internacional. Si bien las independencias actuaron como un factor liberalizador, por cuanto fueron capaces de trasformar el sistema político y fiscal derivado del antiguo régimen, también se convirtieron en un medio de precarización económica e interdependencia hacia el capital privado internacional.

Pero los únicos beneficiados no fueron los capitalistas, sino que también resultaron favorecidos los intereses de las potencias internacionales, ya que lograron sacar al Imperio Español del escenario internacional y consolidaron su dominio sobre el Eje Atlántico, por lo que es posible que esta maniobra se hubiera llevado a cabo en una acción combinada entre el capital internacional y los estados o potencias mundiales".

Autor: John Ricaurte
La Historia Oculta de Antioquia

sábado, 27 de junio de 2020

Guerrillas realistas del sur de Antioquia (1820-1824)

En el límite sur de la provincia también operaron algunas partidas de guerrilleros formados de manera espontánea y que, junto a los demás reductos del ejército del rey, buscaron frenar el avance de la revolución. Una de las guerrillas más importantes que se articuló en los confines de Antioquia fue la comandada por Hermenegildo Mendiburt (o Mendiburu), vasco según lo indican sus apellidos, quien según la opinión de los republicanos, tenía azotados los puntos más australes de la provincia interceptando la comunicación y atacando los republicanos. Una de las villas ocupadas por el jefe realista fue Anserma, con alrededor de sesenta hombres, tomando la iglesia y la casa del sacerdote independentista Bonofont. 

viernes, 10 de abril de 2020

8 escritores críticos de Bolívar y la Leyenda Negra


"Error non corrigitur per errorem"
 
                                                proverbio latino 

La verdad histórica es como un afluente caudaloso que, pese a que en algún momento puede ser drenado, encaminado o acanalado, tarde o temprano reclamará su cause natural y volverá a sus orígenes llevándose todo a su paso.

El problema de abordar la historia como posibilidad netamente fáctica, sin atender a la subjetividad o la memoria, que es selectiva e imperfecta; pero también, la limitación de los sentidos, la complejidad de la psiquis humana, sumado a la influencia de otros asuntos como el poder, autoridad y dominio hacen difícil dotar a la historia de un sentido pleno de autenticidad: la historia como relato, mito o ficción. 

Sin embargo, existe una historia profunda, alejada del fanatismo e ideología; que es crítica y persigue ecuanimidad; que yace en la memoria colectiva o en la periferia del discurso y escritura hegemónica. Me refiero a un relato de naturaleza arquetípica pues duerme, es silenciado y vuelto invisible, sin embargo nunca muere: pese a que es ocultado por la narrativa oficial, de vez en cuando despierta, inspira y es revelador. 

Aquí la cuestión es la artificialidad del discurso, la posibilidad de reconocer lo bueno de lo malo, la falacias que se demuestran por la acción del tiempo, que absuelve o condena, por el sentido común y la experiencia vivida. 

Una de las falacias demostradas es la promesa de progreso que un día hicieron los prohombres de la patria y, que sin embargo, como no se puede ocultar el sol con las manos, fue el causante de todos los males de nuestros pueblos hispanoamericanos.  

Se instaló un discurso de dominio que prometió valores idealizados: “libertad”, “democracia”, “igualdad”, derechos”, “orden” y “progreso”, pero que en la práctica solo trajeron periodos de inestabilidad política, caos, guerras, violencia, hambre y ruina a unos territorios ricos y productivos, privilegiados en recursos medioambientales, agroforestales, del subsuelo, hídricos, fáunicos y pecuarios; siendo en particular su más valioso recurso el humano, pues el hombre hispanoamericano es en esencia creativo, afectivo, expresivo, alegre, trabajador, resiliente, digno y esperanzador.

En este sentido, es necesario primero conocer la verdad histórica y separarla del meta-relato ideológico y dominante de las doctrinas sofistas, que se derrumban fácilmente por el peso de los hechos y resultados. Después de este ejercicio se pueden ubicar las causas y orígenes de nuestros males, para así poder tomar decisiones, retroalimentarnos y conocer lo negativo para encausarlo en un factor de cambio.

Al norte de Suramérica los territorios “libertados” por Bolívar son espacios carentes de una visión crítica y a su vez constructiva de su propia historia. Eso explica que sean pocos quienes a partir del análisis de los relatos hegemónicos, las contradicciones del discurso y la futilidad de los mitos fundacionales creados a partir del proceso de Independencia (creación del Estado-nación) centren, precisamente, los orígenes de todos los males en esta época convulsionada de nuestra la historia.

Son voces disonantes entre historiadores, filósofos y ensayistas que nos advirtieron del pasado y nos brindaron la posibilidad de reconciliación con nuestra historia. Aportaron otra versión de Bolívar y sobre el periodo de dominio español en América, en el tránsito entre el Antiguo Régimen y la Modernidad.


sábado, 22 de febrero de 2020

Los Realistas en Antioquia, y su participación en la Independencia por A...

     Sin duda la participación vasca fue muy importante en la configuración histórica de Antioquia, pues su presencia se demuestra en todos los ámbitos sociales, culturales, económicos y políticos. 
     En este sentido, resulta interesante compartir el presente vídeo que muestra la participación de los vascos en ambos lados de la Independencia, bando patriota o libertador, recordemos que fue Jose María Ortiz, hijo de un vizcaíno quien figura como uno de los firmantes de la constitución antioqueña de 1813. En el caso contrario, otro vizcaíno, Jose María Zulaibar, fue uno de los más entusiastas defensores del rey en Antioquia.
     Así se observa en el siguiente vídeo llamado Los realistas en Antioquia y su participación en la Independencia, que es un extracto del libro "Hasta los gallinazos tienen rey", precisamente basado en la historia del vizcaíno Zulaibar.
     Si te interesa este libro escríbenos un mensaje al correo jerrekarte@gmail.com y te diremos la mejor forma de adquirirlo.






miércoles, 8 de enero de 2020

Hasta los gallinazos tienen rey

"Hasta los gallinazos tienen rey" es una expresión que se conserva en Antioquia y que no reconoce otra cosa que la existencia de una sociedad jerárquica donde todos estamos supeditados a alguna forma de gobierno o poder. Fenómeno que se observa en la naturaleza y por supuesto en estas aves carroñeras tan comunes en Suramérica llamadas gallinazos. El nombre científico del "rey de los gallinazos" es Sarcoramphus papa (King Vulture) y sobre el se dice que "es uno de los buitres americanos más grandes..." y que cuando "...encuentra un animal muerto, desplaza a los buitres más pequeños y realiza el primer corte en la piel del cadáver con su fuerte pico".
Se observa que este dicho quedó inserto en el folclor antioqueño y es recogido por varios autores costumbristas de la región como adagio popular. La mayoría sitúan esta expresión en los tiempos convulsos de la Independencia, al pensar que la frase nació al calor de los dramas vividos en una comunidad partida entre realistas y republicanos, entre la vieja y nueva patria, o dicho de una mejor forma en la dialéctica entre las sociedades de Antiguo Régimen y la Modernidad. Quien mejor lo podría explicar que el gran Nito Restrepo, retratista del paisaje físico y humano antioqueño, quien al respecto dejó consignadas las siguientes palabras: