Antioquia un lugar maravilloso

Antioquia, tierra mágica y generosa ubicada estratégicamente en la esquina nor-occidental suramericana, llena de historias asombrosas y gente admirable.

lunes, 11 de agosto de 2025

Antioquia y la independencia de 1813: amor fraterno a España, rechazo a la tiranía revolucionaria y francesa

El 11 de agosto de 1813, la Provincia española de Antioquia dio un paso decisivo y solemne: proclamó su independencia absoluta. Sin embargo, esta no fue —como muchas veces se interpreta— una ruptura de afectos con España, sino un acto de fidelidad a la verdadera monarquía hispánica y de rechazo a la Francia que, con la invasión napoleónica, había usurpado la corona e impuesto un rey extraño a nuestras leyes y costumbres.

La declaración antioqueña se enmarca en un contexto dramático. En 1808, las abdicaciones de Bayona y la prisión de Fernando VII dejaron a España sin su legítimo monarca. Las provincias peninsulares se alzaron formando juntas para resistir al invasor. El eco de ese espíritu de defensa resonó en América: si la metrópoli estaba ocupada, las provincias de ultramar tenían derecho —y deber— de gobernarse a sí mismas, hasta que el rey legítimo recuperara su trono. Pero el tiempo pasó, la guerra en la península se prolongó y la distancia obligó a Antioquia a asumir su propio destino.


El Acta de 1813: interpretación y sentido

Al leer los párrafos del Acta de Declaración de Independencia de Antioquia, se percibe un doble pulso: afecto hacia el legado hispánico y rechazo ante la Francia atea y revolucionaria. Antioquia no proclama enemistad eterna, como si lo hizo la Leyenda Negra, hacia la nación que le dio lengua, fe y leyes, sino hacia la potencia que había ocupado su trono y pretendía gobernarla desde la imposición y la fuerza.

Cuando el acta afirma que “se declara independiente de la monarquía española”, lo hace entendiendo que aquella monarquía legítima estaba prisionera, sin soberano efectivo. La frase, leída con el contexto de su tiempo, no es un gesto de ingratitud, sino la constatación de que no había autoridad real que gobernase en justicia.

Al justifica su decisión por la “invasión extranjera”, identifica sin ambigüedades a la Francia napoleónica como el origen de la usurpación y la crisis. A su vez, al proclamar el derecho a darse sus propias leyes, no está promulgando un aislamiento sin sentido, sino la necesidad vital de preservar el orden, la libertad y la dignidad frente al caos que traía la guerra en Europa.

 

Libertad y hermandad

La independencia de Antioquia, entendida así, no es un acto de odio, sino de amor: amor a la libertad, que no admite imposiciones de un trono extranjero; amor a la justicia, que no tolera que un pueblo quede huérfano de autoridad legítima; y amor a la propia dignidad, que impulsa a tomar las riendas de su destino.

Es también un acto de amistad hacia España. Antioquia no se levantó contra la nación madre, sino contra la sombra que la oprimía. En el fondo, el espíritu de 1813 es el mismo que animó a los españoles en la península cuando, en Zaragoza, Cádiz o Bailén, resistieron al ejército francés. Antioquia se sintió heredera de esa lucha y decidió continuarla desde este lado del océano.

Cuando en 1816 llegó al territorio el ejército expedicionario de Tierra Firme encabezado por Pablo Morillo, sus habitantes dieron muestra de fidelidad y afecto a Fernando VII. En todas las villas y ciudades de la región se hizo una jura solemne a la monarquía, se hizo un indulto general a todos los habitantes que se dejaron seducir por el espíritu revolucionario y volvieron a abrazar la unidad del Imperio español.

En 1819 un hijo de Antioquia, el general Córdova, con poco menos de una centena de venezolanos, tomó la provincia y se la entregó a las huestes de Bolívar. No hubo una batalla o una contienda lo suficientemente importante como para disputar el territorio; sin embargo, los hechos sucedidos en Chorros Blancos, fueron tomados por la narrativa patriota como el fin del Imperio español en esta región.

En 1828, Córdova, desengañado por las falsas promesas de la República, se levantó en armas y movilizó a la región antioqueña contra la dictadura de Bolívar. En esa ocasión ofrendó su vida en estas montañas por su ideal de libertad al enfrentar la división de veteranos comandada por los generales, todos extranjeros: Grl. Urdaneta (venezolano); Grl. O´Leary (irlandés); Cnel. Castelli (piamontés); Cnel. Lutzow (alemán); Cnel. Crofton (inglés); Cnel. Fergusson (irlandés); y fue ultimado por el Cap. Hand (irlandés) y el Cap. O´Caw (irlandés).

Como antioqueño considero que celebrar hoy el año 212 de la independencia de Antioquia
es comprender que nuestra historia está hecha de vínculos y libertades. Como se ha demostrado a lo largo del siglo XIX y XX en la literatura y expresiones populares se puede afirmar que Antioquia no renunció a España ni a sus orígenes: renunció a ser súbdita de un imperio que no era el suyo. Su grito fue un acto de lealtad a la justicia y de afirmación de su derecho a existir con dignidad, en espera de que los pueblos hermanos, libres de toda tiranía pudieran algún día reencontrarse en una unión panhispanista.

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