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viernes, 14 de marzo de 2025

Hispanoamérica: una mirada crítica entre el neo-hispanismo ideológico y el hispanismo académico

El hispanismo apoyado en la filología, historia y otras disciplinas sociales se había constituido en una corriente de gran relevancia, desarrollo y aceptación en el ámbito académico y universitario. Ello gracias a la elaboración seria, concienzuda y fundamentada de muchos estudiosos que llevaron el rigor académico, el compromiso intelectual y la profesionalidad hasta lo más alto de sus investigaciones.

Hoy para nadie es un secreto que el hispanismo dejó de ser una corriente de desarrollo exclusivo de los especialistas sociales, para pasar a un sector más amplio dominado por los divulgadores de contenido, aunque también aparecen algunos académicos de diversas especialidades que hacen, escriben y opinan sobre esta corriente, en particular sobre la historia.

Se trata de una ola de hispanistas que se subieron al tren cuando la obra Imperiofobia y leyenda negra de Roca Barea tuvo gran éxito en los países de habla hispana. Por solo nombrar algunos en el ámbito hispanoamericano aparecen apellidos tan activos, sonados y publicitados como Gullo, Lons, Zunzunegi y Aita.

Lo cierto es que este discurso tomó fuerza en una especie de neo hispanismo masivo y democrático, en medio de las celebraciones del segundo centenario de las Independencias, en el que, ya de una manera más digerible y menos academicista, decenas de divulgadores se dieron a la tarea bajar al público lego muchas de las teorías expuestas por los especialistas.

Esto, sin duda, catapultó el hispanismo a niveles jamás antes vistos, gracias al papel que jugaron las redes sociales en la difusión de este tipo de temáticas. Sin embargo, muchas de estas narrativas y obras carecían de rigor académico, no aportaba a la reflexión crítica y no tenía una adecuada atención y citación de las fuentes empíricas y bibliográficas.

Este último punto es muy importante puesto que, por las dinámicas mismas de la comunicación en las redes sociales y la naturaleza de esta neo-corriente, no se tuvo una posición clara frente al plagio de ideas, no se aportó al estado de la cuestión (en concreto a la historiografía) y no se tuvo un compromiso frente a los principios de rigurosidad, veracidad, objetividad y contrastación de datos.

Otra de las críticas personales a la neo corriente es la implantación rápida y masiva de ideas, algunas generalizadas y no tan precisas en un mundo tan amplio y diverso como lo es la hispanidad. Por ejemplo, quedó la sensación de que la hispanidad nació en Argentina en la década de 1920 como respuesta a la reivindicación étnico-cultural de los italo-estadounidense, cuando se apropiaron y dieron forma al Columbus Day. Se supone que, a partir de allí, a modo de imitación, la mayoría de los gobiernos hispanoamericanos instauraron este día (12 de octubre) como el Día de la Raza, siendo pionero el país austral en 1917, seguido por Venezuela y Colombia en 1921, Chile en 1922 y México en 1928.

Otro supuesto habla de que, a partir de allí, algunos intelectuales, entre ellos el padre Vizcarra, reflexionaron sobre el término hispanidad y lo que representaba el Día de la Raza. Idea que fue reforzada por otros filósofos y escritores como Maeztu, Gomá, García Morente, Basterra y Pemán. De ahí nació, según muchos teóricos, entre ellos el jurista Miguel Ayuso, el constructo que todos llaman hoy hispanidad, al menos como sustantivo propio.

Lo cierto es que esta coyuntura y este contexto particular representan solo un sector y desarrollo del hispanismo, aquel defensor de una idea nacionalista y europeísta de la hispanidad. Por ello la importancia de diferenciar este movimiento con el hispanismo americano decimonónico: aquel nostálgico de la España que se fue tras los procesos de Independencia y que se manifestó en intelectuales de la talla de Rubén Darío, José María Vergara y Vergara, José Eustaquio Palacios, Miguel Antonio Caro, Tomás Carrasquilla, José Vasconcelos, José Elguero Videgaray y Enrique de Olavarría y Ferrari, entre otros.

De otro lado, el hispanismo emergente a partir del 2016 no posibilitó el avance de los estudios literarios, filosóficos e históricos, al ser parte de una corriente poco original, que nació como copia de pioneros que ya habían alertado, por ejemplo, sobre la Leyenda Negra, como es el caso de Julián Juderías (1917). En especial, dado que este campo estaba condicionado o apalancado por las redes sociales y las dinámicas propias de la comunicación actual; es decir, la brevedad, la inmediatez, la actualización de contenido, la viralización y la monetización.

Todo ello abrió una brecha entre el hispanismo académico y la neo hispanofilia, la cual ya había sido identificada en la crisis que sufrió esta corriente (el hispanismo) en la década de 1980, en campos como la filología, los estudios literarios y la historia. Esta reflexión crítica puntual fue muy positiva para muchas de las disciplinas sociales en las que se apoyó; por ejemplo, de allí nació un periodo de renovación historiográfica que produjo cosas interesantes y, aunque estos trabajos no fueron hegemónicos, si lograron hacer frente a la publicidad de la Leyenda Negra a vísperas del quinto centenario.

Actualmente el hispanismo ha entrado en una fase de incertidumbre que no solo desdibuja lo ya avanzado en historiografía, sino que también pone en crisis la corriente misma, en particular, porque se le acusa de intentar reescribir la historia para cumplir con su propósito principal, combatir la Leyenda Negra. Del mismo modo se corre el riesgo de estar alimentando un hispanismo inconexo con la tradición académica, el ejercicio crítico y el rigor científico.

Lo cierto es que el neo-hispanismo ha planteado un reto para el hispanismo académico, al tener que competir con una corriente que tiene un frágil régimen epistemológico, una narrativa problemática y una deriva historiográfica; en particular, al convertirse en propaganda a la inversa, paradójicamente lo que tanto intentó combatir. Por esto se hace necesario abordar reflexivamente este fenómeno y aprovechar esta crisis para replantear metodológicamente una estrategia que vuelva a posicionar el hispanismo como una corriente seria, respetada y de gran desarrollo en el mundo.

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