Lo
cierto es que es allí donde podemos encontrar nuestras máximas aspiraciones
como pueblo libre, como comunidad histórica que rompió sus vínculos coloniales
y se erigió como una república soberana. De igual forma se rompieron los
paradigmas de las sociedades del antiguo régimen y se edificó una nueva
sociedad basada en principios democráticos, populares y en una serie de valores
modernos que nos vinieron de otras latitudes, pero que supimos adaptar a las
necesidades y costumbres de nuestro pueblo.
El
primer deber después de ese periodo de incertidumbre que vivió todo el imperio hispánico
entre 1808 y 1813, en donde había quedado vacante la soberanía emanada del
monarca español, por su aprensión y posterior abdicación, fue el proceso de transponer
la soberanía del rey a la soberanía popular. En este aspecto, fue muy
importante para su efecto la elaboración de un texto constitucional y por ende fundacional
del Estado de Antioquia. Nace así a mediados de 1811 el Reglamento de la
Constitución Provisional de Antioquia,
donde se formuló el proyecto de constitución de Antioquia de forma provisional
con división de poderes y autonomía gubernamental.
El
21 de marzo de 1812 en la ciudad de Santiago de Arma de Rionegro se procedió a una
reelaboración del texto de 1811, naciendo de esta forma la primera constitución
política del Estado de Antioquia, que fue aprobada por el pueblo el 3 de mayo
de este mismo año. Fue un hecho sin precedentes para este amplio territorio
ubicado en la esquina norte de Suramérica ligado a la corona española por su
presencia de alrededor de 300 años, por tanto, sujeto a las formas de
organización jurídico-territorial impuestas por los ibéricos.
La
constitución promulgada en Antioquia en 1812 logró importantes avances en las
formas políticas, jurídicas y administrativas, cimentando la organización
política del Estado, las formas de representación y la distribución del poder
político. Pero quizás lo más importante fue que marcó el inicio de la etapa
constitucional antioqueña y dotó de sentido y de personalidad a la noción de
pueblo antioqueño.
La
siguiente constitución de 1813 cuestionó la adhesión a la monarquía española,
por tanto, la soberanía sobre sus abdicaciones territoriales. Esta particular
disposición dio paso al nacimiento de una República libre y soberana con
capacidad de autogobierno, pero aún más, dio paso al ritual fundacional de una
nación, de una noción de pueblo como unidad histórica, desvinculado del
colonialismo europeo y de cualquier otra naturaleza.
La
fase legislativa antioqueña evidenció la complejidad del cambio cultural,
político y jurídico que se estaba viviendo en toda América a partir de la
abdicación de Fernando VII. Fue una constitución que tradujo en sus líneas los
anhelos de los antioqueños de alcanzar una patria justa, libre y soberana en
sus formas económicas y políticas.
Fue
también a partir de 1813 un quiebre radical con la monarquía española que dio
paso a una patria libre en el continente americano, invitando a construir la
nueva nación a todos los antioqueños que quisieran abrasar los ideales de
identidad y representación y asumir los retos que venían para defender y mantener
estos ideales.
Han
pasado ya dos centenos desde la promulgación de este texto constitucional
elaborado por los distintos cabildos de Antioquia, doscientos años de una
experiencia política única, inédita, excepcional y sin parangón alguno en la
historia de esta mancomunidad histórica que asumió sus anhelos de ser un pueblo
libre y soberano.
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