La
presencia del pueblo vasco en Antioquia durante la colonia y la época moderna
ha sido ampliamente demostrada y documentada por genealogistas, historiadores,
sociólogos, antropólogos y hasta genetistas. La mayoría de los trabajos o
estudios realizados por los anteriores hablan de la preeminencia física,
cultural, fenotípica y genotípica de los vascos en la población antioqueña, en
mayor o menor grado, dependiendo de la época y zona de Antioquia en la que han
realizado sus investigaciones.
La
explicación la encuentran principalmente en el poblamiento que se dio durante
los procesos de conquista y colonización del territorio antioqueño llevado a
cabo por los europeos durante más de 300 años, y el aporte en menor escala,
pero significativo por cuanto sus obras e impacto, de varios centenares de
vascos que migraron en los ya casi 200 años que tiene Antioquia de vida
republicana, después de que en 1813 cortara de manera definitiva los vínculos
con España y declarara su independencia.
Sin
embargo, existe un manto de oscuridad que no permite conocer la historia de
Antioquia antes de 1499, año en que el piloto Juan de la Cosa “el vizcaíno” y
en general los ibéricos, navegaran por primera vez las costas del Golfo de
Urabá. La arqueología, la antropología y la historia no permiten mostrar una
realidad distinta a la aceptada por los cánones establecidos sobre el
poblamiento de América. Cualquier intento de romper estos esquemas se convierte
en parte de la historia oculta, la cual nos llega a través de una serie de
rastros, sospechas y pequeñas referencias encontradas que nos indican que las
cosas podrían ser de otra manera. Por esta razón, estos espacios por fuera de
la rigurosidad académica sirven para recopilar una serie de evidencias, pistas,
indicios que nos cuenten una historia diferente a la tradicional, una teoría
que sirva para enriquecer la discusión y aportar, y no un dogma o una doctrina
que limita y niega el deseo de explorar y descubrir otra posible realidad.
El
primero de esos dogmas con que la academia presenta nuestros orígenes más
remotos, precolombinos, se relaciona con la opinión de que los indígenas que
habitaban toda Antioquia fueron prácticamente eliminados por las guerras con el
imperio español o desaparecieron en el momento de su llegada. También se
asegura que los indígenas de este territorio estaban supeditados cultural,
lingüística y territorialmente a la macro familia Caribe o a los chibchas del
interior, ambos grupos que en el momento en que llegaron los europeos con Colón
se encontraban en expansión territorial y por tanto hacían presión sobre el
actual territorio antioqueño.
Estos
son dogmas que son discutibles por muchas razones, pero, por el hecho de
presentarse como verdades irrenunciables, no podríamos siquiera ponerlos en
duda. De manera, que es preciso redescubrir nuestro pasada aportando otros
indicios y pruebas que los académicos nunca tendrían en cuenta por miedo a las
críticas de sus colegas, de ahí, que este espacio esté dedicado a descubrir un
pasado distinto, propio, no importado y sin dogmas.
Para
empezar a derrumbar mitos, bastaría con dar una mirada a las riquezas naturales
de Antioquia para pensar en lo absurdo que resulta considerar una tierra tan
extensa y fértil estuvo prácticamente deshabitada durante el siglo XVI, cuando
se supone llegaron los primeros europeos. A su vez, resulta difícil creer que
los habitantes precolombinos perecieron por las enfermedades y las guerras a
manos de unas decenas, y para más, algunos centenares de europeos en las
primeras conquistas.
Entrando
en materia tenemos que Antioquia por estar ubicada estratégicamente en la
esquina superior de la masa continental suramericana, donde se produce el
encuentro con América del centro y a través de esta la del norte, donde hay un
estrecho en la selva del Darién que separa por pocos kilómetros a los dos
océanos, donde se tiene una gran variedad de pisos térmicos y de alturas, donde
hace presencia en gran parte de su territorio la gran cordillera andina, entre
otras riquezas naturales como fuentes hídricas, subsuelo rico en minerales, en
especial oro y plata, entre otros recursos naturales hacen de Antioquia un
lugar privilegiado donde necesariamente habrían de confluir todos los grupos
humanos que se hicieran a la mar, además de los que desde el norte de la masa
continental quisieran atravesar y dirigirse al extremo sur de América.
Grandes
poblados o civilizaciones debieron haberse situado en los valles estrechos que
se forman entre las montañas andinas y dejado rastros de su presencia, entonces
algo debe de ocurrir que cubre con un manto de misterio la geografía humana de
Antioquia. Quizás los arqueólogos, antropólogos e historiadores no se han hecho
las preguntas adecuadas para guiar sus investigaciones, quizás, están
condicionados por las mismas preguntas que enseñan en la vida académica,
quizás, no se alcanzan a imaginar otras posibilidades. Lo cierto es que la
evidencia continua siendo destruida, robada u oculta como ha sucedido con la
cultura quimbaya, sin duda los mejores orfebres de América, pero sus figuras
míticas y extrañas para nosotros –que además resulta increíble y todo un reto
para la ciencia sabes como hacían estos grupos humanos para dar formas tan
perfectas y delicadas a los pesados metales, casi al punto de tratar el oro
como si fuese arcilla– que fueron fundidas para convertirlas en lingotes de oro
que fueron a parar en las reservas de metal precioso de algún banco en el
mundo.
No
hay que olvidar la misión en 1956 del Rey Leopoldo III de Bélgica en las costas
de Uraba, que nos lleva a preguntarnos qué era ésta, una misión científica o de
cazadores de tesoros? Lo cierto es que el resultado de sus investigaciones y lo
que de allí sacó en sus helicópteros y barcos no fue entregado a la comunidad
científica internacional, fue llevada en el más completo silencio.
De
manera que el componente humano que poblaba Antioquia antes de Cristóbal Colón
debió haber sido muy complejo y variado, su solo nombre otorgado por los
europeos nos trasporta al mundo helénico de los seléucidas, descendientes del
imperio griego en Asia, de donde proviene las dinastías de los Antiocos.
Lo
poco que sabemos del mapa humano de Antioquia lo obtenemos a través de las
crónicas dejadas por los conquistadores hispánicos, quienes no se medían en
hacer circular leyendas asombrosas como la de la presencia en tierras
antioqueñas del mítico Valle de Arvi, donde existía una ciudad que tenía
caminos más grandes que Cuzco y estaba llena de construcciones en piedra que,
según nos cuenta el cronista Sardella, estaban prácticamente destruidas y el
valle poco más que deshabitado:
E
visto por el capitán que hacia la parte de Arví no se hallar poblado por
haberse abajado mucho El mesmo con ocho de a caballo e otros tantos de a pié,
fue a buscar poblado por otra parte mas nunca lo pudo fallar puesto que
encontró muy grandes edificaciones de piedra destroídas e los caminos de peña
tajada mas anchos que los del Cuzco y el capitán sabido no se atrevió a seguir
aquellos porque quien los habia fecho debió de ser mucha posibilidad de gente.
Los
valles vecinos de San Nicolás y los circundantes del Aburra estaban habitados
por grupos humanos que fueron llamados itaguies, aburraes, entre otras, tenían
importantes jefes o caciques como Niquia, entre otros. Guiados por la lógica el
Valle de Arví o Arbi, no podría encontrarse deshabitado, pues, además de ser un
sitio estratégico donde se observan el altiplano y el valle del Aburra, con
numerosos afluentes naturales, era camino fácil y cómodo para cruzar las
cordilleras andinas y llegar hasta el golfo de Uraba, que es donde se cruzan
los dos océanos llamados Atlántico y Pacifico.
Si
somos observadores de la toponimia podríamos relacionar estas palabras con
raíces, por ejemplo en el euskera, al respecto, tenemos que Arbi es una
palabra en euskera empleada para designar el nabo, que es una especie de
brasicácea cultivada comúnmente como hortaliza en muchos de los climas
templados de todo el mundo por su suculenta raíz napiforme.De igual forma
similar a la palabra Uraba es la euskara urabar, que significa “despojos que
deja el rio”, quizás empleada para referirse a uno de los muchos afluentes
navegables que pasan por el Golfo de Uraba.
Bandera Kuna de Panamá |
Motivo
de especial estudio por parte de un sacerdote misionero de la compañía de los
Carmelitas ha sido el dialecto catío, por la forma de sus palabras agudas en su
mayoría, sin ninguna semejanza con los demás dialectos de las distintas tribus
de pobladores prehistóricos de la América. El sacerdote en referencia dice en
su estudio que ha encontrado en este dialecto una semejanza con el idioma
vasco, por la formación de sus palabras y la caprichosa independencia de sus
raíces.
Otra
referencia que viene al caso traer referente a los estudios de este religioso
vasco en Uraba fue mencionada en relación a la palabra Nutibara, sobre la cual
se aseveró lo siguiente:
…según afirmación categórica del
sabio Carmelita descalzo que la ha estudiado y ha escrito su gramática. No
conozco otra sobre el particular. En otros términos, o todas las silabas son
tónicas o todas son atonas. (…) Agrega el docto religioso que esta carencia de
acento es también propiedad del éuscaro o vascuence, lengua antiquísima y de
carácter aglutinante como la Catia; observación que trae a la memoria la del
profesor americano Whitney en el sentido de que el Vascuence posee más sorprendentes
analogías con los idiomas aborígenes de Sudamérica que con otro ninguno
conocido. Entre paréntesis: no sobrara anotar que ha habido autores graves que
sustenten que el éuscaro es la lengua que se habló en el Paraíso.
Por
esta época varios antioqueños se atrevieron a lanzar algunas teorías sobre los
orígenes de los habitantes prehispánicos de Antioquia, una de ellas relacionaba
a los aborígenes antioqueños con habitantes de eurásica. La teoría fue lanzada
a principios del siglo XX por varios de los Ospinas, que pretendieron
argumentar sobre el ascendente vasco de los antioqueños. Por ejemplo, el doctor
Livardo Ospina en Descubrimiento Conquista y Población del Valle de Aburra
citó a Tulio Ospina sobre su teoría relacionada con los habitantes
prehispánicos de Antioquia, en la que señaló que el elemento vasco no fue ajeno
a los aborígenes con los que luego se mezcló, pues ya tenían mucho de vascos.
Sin qué no obstante sea desdeñable la
teoría expuesta por don Tulio Ospina aunque no demostrada por el mismo, no
confirmada por estudios serios y poco verosímil a la luz de las investigaciones
antropológicas más recientes, de que los indígenas antioqueños y en general los
que habitaban las cordilleras central y occidental de Colombia no eran de raza
amarilla sino blancos de los llamados alófilos, hombres prehistóricos que de
las costas del mar indico llevaron la semilla de la civilización a China,
Egipto y Asiría y de quienes los vascos aquí venidos para fundirse con los
naturales tienen mucho también.
Esta
teoría entraba en consonancia con la teoría de que los habitantes primigenios
de Europa eran los vascos, quienes fueron desplazados por las invasiones
indo-europeas, quedando algunas zonas donde permaneció el euskera como en gran
parte de la península donde se encuentran numerosos toponímicos de origen
euskerico.
Y
aún más en sitios tan remotos como por ejemplo el Cáucaso, de ser cierta la
teoría del lingüista y vascólogo armenio Vahán Sarkisián Vahán Sarkisián, en la
que afirma encontrar semejanzas entre el vasco y el armenio. La teoría de
origen caucásico del euskera es una de las tantas que se han desarrollado
respecto a esta lengua enigmática y misteriosa, pues, según lingüistas
respetables la teoría que goza de mayor prestigio es la que afirma que el
euskera es una lengua desarrollada “in situ”, es decir, propia de los
habitantes de los Pirineos y del Golfo de Vizcaya, entre otros sitios de la
península donde queda toponimia vasca. Lo anterior, no entra en conflicto con
la teoría de que el euskera, la lengua más antigua de Europa, pueda haber
quedado algún sustrato en las lenguas propias del Cáucaso.
En
relación con la teoría caucásica y vasca resulta extraño que ya existan
comparaciones para el caso antioqueño, por ejemplo, realizadas por el bilbaíno
Francisco de Abrisqueta en su libro Presencia vasca en Colombia.
Abrisqueta contribuyó con la difusión de la teoría de la preponderancia vasca
en Antioquia. Señalando que esta región necesitaba un capítulo aparte en cuanto
a la ponderación de los apellidos vascos, refiriéndose así sobre los apelativos
vasco-antioqueños:
Se ha dicho con razón que los vascos
dieron una importante a la riqueza antioqueña que puebla la cordillera central
del país, en los departamentos de Antioquia y Caldas. Así lo demuestran los
apellidos de tantas familias de la montaña, y la idiosincrasia libre,
particularista y tradicional de la sangre de los Aguirre, Alzate, Aranza,
Arbeláez, Aristizábal y Arroyave, de los Arrubla, Arteaga, Atehortúa, Avendaño por
solo enumerar algunos de los apellidos antioqueños de la primera letra del
abecedario.
En
referencia a la teoría de los orígenes caucásicos que relaciona a los vascos
Abrisqueta la corrobora diciendo:
Por todo ello, algún historiógrafo
les dijo a los antioqueños “hombres esforzados, legítimos representantes de los
vizcaínos sus ascendentes y las hermosas mujeres de ojos negros, genuinas
representantes de la raza caucásica”, refiriéndose, tal vez, a la teoría del
origen caucásico del pueblo vasco.
Sin
dejar de un lado la teoría de Tulio Ospina sobre los orígenes caucásicos de los
primeros habitantes de Antioquia, encontramos igualmente la teoría más reciente
de Jesús García en la que afirma que los templarios en sus viajes comerciales
por América –las rutas de plata y oro–, habrían traído algunos armenios al
continente americano por ser éstos hábiles constructores de piedra. García se
basa en algunas toponimias ubicadas en Antioquia que están relacionadas con el
Cáucaso como: Antioquia, Armenia y Caucasia.
Al
respecto, podemos identificar que la palabra Antioquia puede provenir de una
toponimia anterior a Colón, si nos guiamos por la afirmación del doctor Manuel
Uribe Ángel, quien comenta que ésta significa en lenguaje katío “tierra de
oro”. De igual forma, causa curiosidad el nombre puesto por los europeos a
uno de los afluentes más caudalosos que pasa por Antioquia, el río Cauca. Según
el cronista Fray Pedro Simón en sus Notas Historiales, su origen se
debió al nombre de un cacique llamado Cauca, sin especificar más datos. De este
río Cauca tomó el nombre el municipio antioqueño de Caucasia, fundado en el
siglo XIX a orillas de este importante afluente. También se menciona como un
topónimo con un origen relacionado con el Cáucaso la toponimia de Armenia, de
las cuales 7 referencias geográficas se encuentran en Antioquia para
representar ciudades, pueblos, montes, valles, arroyos, entre otro, según lo
indagado por Vahán Sarkisián.
El
caso es que Caucasia, Armenia y Antioquia pueden dar referencia de la presencia
de templarios y armenios en tierras antioqueñas, quizás existió una ruta
alterna a las rutas descubiertas en el sur del continente que servían para
enviar a Europa los minerales de las actuales Bolivia y Perú o la ruta
templaría ubicada en Méjico.
Esta
nueva ruta del comercio podría estar relacionada con la extracción de minerales
en Antioquia, incluso con el trasporte de minerales desde el interior de
Suramérica hacia el Caribe, tal como se había hecho durante el siglo XVI por
parte de los ibéricos con el oro y la plata proveniente de todo el Reino del
Perú (que comprendía gran parte de Suramérica). Los europeos trasportaban el
mineral desde Potosí y otras minas importantes del Chocó y Antioquia hasta la
ciudades ubicadas en la actual Panamá, para embarcarlas hacia los puertos
europeos de Cádiz y Sevilla.
Causa
más que curiosidad saber que uno el Golfo de Uraba fue uno de los primeros
lugares a donde se dirigieron las primeras exploraciones europeas en la masa
continental americana (1499) y donde se realizó la primera fundación europea en
la masa continental llamada San Sebastián de Uraba (1510).
Pero
sobre todo causa curiosidad la obsesión mostrada por los europeos para realizar
el encuentro con el mar del sur (que finalmente era la idea inicial de los
primeros europeos que salieron en 1492 para su empresa de encontrar la ruta
hacia las especias de la India y China). Así, los europeos en busca del cruce
de caminos que unía los dos océanos, que en efecto fue encontrado por el vasco
Pascual de Andagoya lo que nos hace sospechar que algo sabían para llegar hasta
este fin.
La
posible ruta Templaria de Uraba pudo haber sido una más de las existentes en
América, que contó con la asesoría de navegantes vikingos que ya tenían
experiencia en navegar por América, que por lo menos, se ha logrado aceptar su
presencia en la península del Labrador en Norte América. Sin embargo, algo
impide pensar que estos hábiles navegantes del norte dedicados exclusivamente a
explorar y hacerse a la mar, no hubieran sentido deseo, curiosidad o necesidad
de navegar y examinar todo el continente.
De
manera que los vikingos habrían encontrado también el cruce de caminos entre
los dos océanos y habrían puesto allí un puesto de avanzada, realizando
alianzas estratégicas con los autóctonos y mezclándose cultural y quizás idiomáticamente
como lo hicieron en Labrador. Así, los vikingos de Uraba podrían haber sido los
fundadores de la Thule, que recuerda la mítica patria nórdica, ubicada
en el sitio de Urabar y las selvas Darién, de la cual muy seguramente
deriva la tribu Tule que aún hace presencia allí entre Urabá y el
Darién.
Ubicados
en el noroeste de Antioquia los kuna habrían sido presionados por los europeos
en la colonia, por lo cual se desplazaron hacía Panamá, pero no abandonaron sus
territorios ancestrales de Antioquia y continuaron haciendo presencia sobre
todo en el río Atrato.
Cuando
Panamá formó su proyecto de Estado Independiente en 1903 quedaron
divididos de manera arbitraria entre Antioquia y Panamá, quedando la mayor
parte de su población en Panamá y la menor en Antioquia. En 1925, los Kuna-tule
de Panamá se levantaron para lograr su autonomía dirigidos por Nele Kantule y
Olonkitipipilele, el levantamiento se logró pacificar por medio de un Tratado
de Paz.
Como
resultado el gobierno de Panamá prometió proteger los usos y costumbres
kuna-tule y les concedió autonomía sobre sus territorios. Las banderas bajo la
cual pelearon los indígenas kunas portaban cruses gamadas, runas y demás
símbolos ancestrales conservados gracias a sus tejidos y su trasmisión oral de
la historia –tal como lo hacía los vikingos, quienes pese a poseer el alfabeto
rúnico, plasmaban su historia en la tradición oral y en su arte–.
Existe
otra Tule prehispánica ubicada en México que ha sido relacionada de igual forma
con las rutas comerciales establecidas entre vikingos y Templarios en América.
Quizás la Thule era un imperio vikingo que poseía varios enclaves estratégicos
ubicados por todo el continente americano desde Labrador hasta la Patagonia.
El
caso es que en la Thule de Urabar habrían confluido vikingos y
posteriormente vascos que seguían las rutas balleneras del Atlántico, tal y
como sucedió en la península del Labrador. La principal evidencia de este
encuentro entre estos pueblos en el hemisferio norte de América y Europa, es
sin duda, la lengua entre aborígenes norteamericanos, vikingos y vascos,
derivada de la necesidad de comunicarse y comerciar. Es una especie de lengua
franca o también conocida como pidgin, que fue encontrada para este caso
en relación con el vasco-islandés que se presenta en Islandia y el
algonquino-vasco propio de Terranova y Labrador.
Por
otro lado, existe una comparación entre vikingos y los indios caribes realizada
a mediados del siglo XIX por el ingeniero francés Lucien Napoleón Bonaparte
–encargado de los estudios para la realización del canal de Panamá–. En su
libro titulado Canal de Panamá Lucien puso en evidencia las similitudes
entre indígenas y vikingos afirmando lo siguiente:
…Estos últimos se llamaban a sí mismos
calinas; eran bravos y aventureros; hábiles navegantes; emprendían
frecuentemente audaces expediciones en común, bajo la conducción del decano de
los jefes, y se les ha podido comparar con los vikingos o reyes escandinavos
del mar. Adoraban los astros, en especial a la Luna, que era de género
masculino, a la que ellos consideraban como el padre de Hiali, fundador de su
nación; creían que las almas se refugiaban en los cielos bajo la forma de
estrellas y servían entonces para dirigir las grandes piraguas en el vasto
océano…
En
el caso de los vascos un estudio etnográfico realizado por Jaime Arocha y
Stella Rodríguez sobre los “culimochos”, revela datos asombrosos sobre la
hipótesis de que éstos pudieron haber llegado más al sur de América antes de
Colón, es decir la actual masa continental de Suramérica. Éstos autores en su
investigación sobre este curioso pueblo del pacifico colombiano citan una
entrevista realizada por la periodista Eliana Castellanos Díaz, en donde los
“culimochos” aseveran descender de navegantes vascos, propietarios de
"[...] poderosas flotas bacaladeras y balleneras, [quienes...] cien años
antes que [sic] Colón abriese las rutas oceánicas [...habrían sido] empujados
por tempestades hacia lo que suponían una gran isla y que no era otra cosa que
América". De igual forma que éstos les trasmitieron el oficio de armadores
que han practicado los vascos a lo largo de su historia, aprendido de sus
maestros los vikingos y normandos.
No
olvidemos tampoco que se afirma que los vascos perfeccionaron el arte de
navegar con los vikingos, que en las costas de Vizcaya se han encontrado
vestigios vikingos y que según la leyenda del primer Señor de Vizcaya
llamado Jaun Zuria (en castellano el Señor Blanco) quien es tenido por
descendiente de normandos.
Resulta
interesante que algunas toponimias del lugar se pueden comparar con una posible
raíz del euskera, obteniendo unos resultados sorprendentes como los que se
presentan a continuación.
Primero
realizando la tarea de sobreponer la raíz euskerica con el sufijo katio “do”.
*Apartadó,
aparta = exepcional + do.
*Chigorodó,
txigor/txigortu = tostar/ volverse árido + do.
*Murindó,
murin = piñon /fruto del pino + do.
De
igual una serie de topónimos recuerdan alguna palabra euskerica o suenan
euskericos:
*Arbi,
en euskera el fruto del nabo.
*Uraba,
urabar (despojos que deja el rio).
*Ituango,
tiene varias posibilidades en relación al euskera, ejem. les significados: Itu
= fin, objetivo, finalidad; Itun = alianza, pacto, tratado, convenio + el
sufijo del euskera go o ko, similar a Durango, Arango, entre otras.
*Urrao,
urra en euskera significa “Lugar de los avellanos”. Viene de “Urr” que
significa “árbol de avellano” y el sufijo “a” que es una contracción de “aga”.
De igual forma puede contener el sufijo katío de lugar “do”, de la siguiente
forma Urra + do que significaría los mismo “lugar de los avellanos”.
Hay
que tener presente que estamos hablando de algo de difícil comprobación por la
carencia de estudios por ejemplo de los toponímicos de lugares que pudieron
haber sido trasplantados desde Europa a América, lo cual indica que es una
abstracción realizada por alguno que imagino su paisaje habitual y lo traslado
al paisaje americano. No significa que los bosques de Antioquia contuvieran las
mismas especies europeas citadas en estos toponímicos de nabos, avellanos o
piños, sino que especies similares que recuerden sus formas.
Una
toponimia en particular despertó curiosidad en un descendiente de vikingos por
1925, estamos hablando del poeta antioqueño León de Greiff y su encuentro con Bolomboló,
corregimiento del municipio de Venecia en Antioquia, sobre el que se inspiró y
lo comparó con la localidad sueca de Korpilombolo. Su abuelo había
venido en la primera mitad del siglo XIX con una pequeña colonia de ingenieros
y mineros suecos que se estableció en Antioquia. Entre ellos habían 3 mujeres
llamadas: Johana, que era una domestica de Escania, María de Greiff y Lovisa
Petronella Faxe, hermana y esposa de Karl Sigismund Fromholt von Greiff
respectivamente. Así como una docena más de hombres entre los que sobresalen
Hauswolff, Nisser, Gosselman, Stjerna, Rufsell y Barck.
Carlos
Segismundo habría fundado además en Antioquia una empresa de colonización en
1850 llamada “Sociedad Hesperia” –jardín de occidente según la mitología
griega–, con la cual pensaba establecer una colonia nórdica entre la cordillera
Occidental y la costa Pacífica. Su propuesta aunque despertó interés en países
como Alemania, Prusia, Suecia y Noruega no logró ser llevada a feliz término.
Lo
anterior viene al caso porque a esta pequeña colonia de suecos se le ha
atribuido, sin suerte de comprobarlo, la fundación del sitio denominado Bolombolo
en el municipio antioqueño de Venecia. Entre otras cosas por la similitud
fonética con Korpilombolo, un corregimiento del municipio de Pajala,
en la provincia de Norrbotten, en Suecia. Quizás su particular
fonética esté relacionada con uno de los caciques principales que encontraron
los españoles en 1561 en esta zona que eran entre otros: Bolombolo, Popala
y Sinifaná y estos a su vez relacionados con viajeros nórdicos
anteriores al siglo XVI.
La
última evidencia que se puede traer relacionada con este enclave vikingo, vasco
o templario es la leyenda del Cacique Nutibara, quien es presentado como un
gran guerrero que murió por defender a su pueblo de los invasores ibéricos
junto a su jefe militar Quinunchú o Kinuntxu. Cuentan los cronistas que
Nutibara era un hombre joven, fuerte y más alto que cualquiera de los españoles
que lo enfrentaron, quien además lucía barbas largas. Así, tenemos que ni la
estructura militar altamente jerarquizada, ni la descripción física del Cacique
Nutibara corresponde con la imagen tradicional que nos han presentado de los
aborígenes americanos, apuntan más bien hacia las altas civilizaciones
encontradas en México y Perú, sin embargo, ante la escases de evidencia física
no podríamos comprobar las teorías aquí planteadas.
Por
ello, podríamos también pensar que en el sitio estratégico que conecta los dos
océanos llamado Golfo de Uraba, fue un punto de confluencia entre distintos
pueblos amerindios y europeos, indicándonos que la hibridación étnica, cultural
e idiomática no se creó a partir del 1510 año en que se establecen los europeos
en este territorio en el primero, pero efímero, poblado de San Sebastián de
Uraba.
Así
pues, el caso es que la Thule de Urabar nos plantea todo un reto para
repensar nuestros orígenes y nuestro pasado, en una tierra presentada como la
joya más preciada de la Corona española por sus minerales, pues según se decía,
en Antioquia prácticamente no había rio donde no corriera oro. Este mineral se
ha explotado desde la colonia hasta la actualidad por parte de los europeos,
para más decir, no se ha cuantificado cuantas toneladas de minerales han
extraído hasta la fecha de Antioquia, pues ha sido más el mineral que sale de
manera clandestina que el que se ha registrado.
Aún
así este mineral no se ha agotado y continúan las compañías mineras de otras
latitudes extrayendo este precioso mineral, por ello, no es descabellado pensar
que antes los ibericos arribaran a principios del siglo XVI los europeos ya hacían presencia en Antioquia trabajando en la obtención de
minerales.
Nota:
Son bienvenidos todos los comentarios, correcciones y sugerencias que quieran
hacer.
Autor:
Jon Errekarte
ufff esta genial, ojalá y se diera la posibilidad de estudiar mas a fondo, sin trampas, sino con toda una claridad investigadora, muy bueno el articulo
ResponderEliminarGracias, si ojalá todos pudiéramos aportar un poco y así hacer una historia más completa.
EliminarMuy interesante todo, las respuestas estaran a 10 años con las investigaciones de ADN, ellas corroboran si es verdad esto o no. Saludes!
ResponderEliminarPor supuesto Edgar, esos estudios son necesarios para corroborar lo que se creen leyendas.
EliminarGracias solo me gustaría conocer la bibliografía
ResponderEliminarSi claro por supuesto que esta investigación esta apoyada en Bibliografía. En el libro vasco-navarros en Antioquia, en el capitulo sobre la migración extranjera en Antioquia, esta explicado muy bien todo este fenómeno. Allí esta muy bien referenciado la bibliografía y las fuentes primarias utilizadas. Es muy recomendado.
EliminarMuy interersante. La historia de la relación de los de Greiff con Bolombolo, sin perjuicio de que en algún momento hayan contemplado la creación de una colonia, ¿podría explicarse mejor por sus trabajos en el ferrocarril de Antioquia?
ResponderEliminarSi es muy interesante la historia de los suecos en Antioquia y sobre el ferrocarril aunque hay mucha bibliografía todavía falta investigar más.
EliminarGracias!
ResponderEliminarGracias a vos John por el interés mostrado!
EliminarArticulo muy interesante,pero si de verdad quieren atar todos los cabos,les recomiendo leer la obra del historiador Alexandre Eleazar.
ResponderEliminarGracias por recomendarme esta obra, la leeré. Un saludo.
EliminarAmigo es muy interesante el blog y estas teorías, concuerdo con ellas, incluso estoy escribiendo una historia fundamentada en esto, es posible que puedasa ayudarme? Saludos, gracias por la atención.
ResponderEliminarPor supuesto, me encantaría mucho poder ayudarte con esta que es una pasión para mí. Cuando quieras conversamos y compartimos información.
EliminarAmigo Jon Ricaurte, me gustaría reunirme con usted virtual o personalmente para que me ayude con el proyecto Los Originarios, donde intento rescatar la historia precolombina de Antioquia y El Caribe Colombiano; si puedes contactarme estaré atento a mi coreo walo2012@gmail.com o al celular 3116490982, gracias!
ResponderEliminarsuper interesante. Gracias :)
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